Todas las relaciones de pareja van cambiando a lo largo de la vida, al igual que ocurre con cualquier tipo de relación afectiva.

Se suelen producir cambios en las propias expectativas y las de la pareja, los cambios vitales de ambos cónyuges, la satisfacción sexual, la distribución de las tareas, la gestión del tiempo libre, la filosofía de vida y la necesidad de independencia de cada miembro…

La diferencia entre las parejas que se plantean la separación y las que valoran su relación como satisfactoria radica en los recursos que poseen para afrontar esas discrepancias. Es la terapia de pareja la que puede  orientarles y enseñarles dichos recursos para poder utilizarlos de manera efectiva.

El problema más frecuente es el fallo en la comunicación. Engancharse en discusiones inútiles y destructivas en las que se hace sufrir y se sufre tremendamente sin llegar a ninguna solución. También puede ocurrir lo contrario, no se hablan ni se comunican y la relación va muriendo. La vida laboral frenética que se lleva contribuye tremendamente a ello.

Otro problema frecuente es la falta de aceptación de las peculiaridades del otro. La sociedad nos enseña a luchar por nuestros deseos, y a veces eso se lleva a un extremo en la pareja, mientras que un poco de aceptación del otro nos puede conducir a una mayor felicidad, dándonos cuenta de todos sus valores y no solamente del aspecto que nos gustaría cambiar.