A veces no es necesario recurrir a la cirugía estética,

pues podemos utilizar las técnicas más modernas en medicina estética para lograr el mismo resultado.

Desde hace unos años venimos utilizando los factores de crecimiento obtenidos por el método de plasma rico en plaquetas (PRP) y aplicados mediante mesoterapia (arrugas, elastosis, discromías), en inyección subdérmica (surcos pronunciados, depresiones cicatriciales, fibrosis), mezclado con grasa (como injerto) o en forma de coágulo plaquetario (en cicatrices para acelerar el proceso de cicatrización).

Concebimos los factores de crecimiento como el abono que fertiliza una plantación:

Si quisiéramos plantar una tierra para cultivo deberíamos seguir los siguientes pasos: comenzaríamos con la retirada de las piedras, limpiaríamos o arrancaríamos las hierbas malas y, finalmente, eliminaríamos los parásitos y gérmenes infecciosos. Después procederíamos a arar la tierra para removerla y ventilarla. Seguidamente deberíamos enriquecer el suelo con fertilizantes y minerales y, así, cuando todo estuviera preparado, podríamos sembrar las semillas y, entonces, regar, abonar, esperar…para, finalmente, recoger la cosecha.

De la misma manera, cuando nos enfrentamos con una piel envejecida nuestro planteamiento no debe ser muy diferente: primero limpiamos la piel de impurezas y removemos (eliminamos) la capa córnea para su renovación, la hidratamos y nutrimos. A continuación, sembramos o provocamos la regeneración celular con factores de crecimiento (PRP), esperamos, estimulamos (mesoterapia, IPL)… y, finalmente, recogemos los frutos de nuestro trabajo: una piel hidratada, brillante y más joven.

Otra aplicación de interés en nuestra área es la utilización de PRP en el modelado y aumento de volumen, especialmente a nivel facial.

Podemos decir que los factores de crecimiento FCE regulan la remodelación de la epidermis y de la dermis y tienen una profunda influencia sobre la apariencia y textura de la piel. Se ha comprobado que la aplicación tópica, o la inyección subcutánea de FCE produce fuertes cambios sobre la piel envejecida: restaura la vitalidad cutánea, aumenta su grosor, recupera la consistencia elástica, mejora la afluencia vascular, estimulando las secreciones e incrementando la tersura y apariencia de la piel.

El uso de PRP nos permite, por tanto, un tratamiento con tejidos del propio paciente (sangre centrifugada) prácticamente exento de riesgos y que puede ser realizado, en la mayoría de los casos, de forma ambulatoria.

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Medicina Estética